UNA
LINDA FOCA NEGRA
Andrés
García Vilariño
Una
linda foca negra tutuá, tutuá,
capturada
a traición tutuá, tutuá,
la
trajeron desde el polo tutuá, tutuá
hasta
España en un avión ponpón ponpón.
Su
mamá que la quería tutuá, tutuá,
Hasta
España cruzó el mar tutuá, tutuá,
y
se encontró un oso muy gordo tutuá, tutuá,
barrigudo
y glotón ponpón ponpón.
Y
aquí se acaba la historia tutuá, tutuá,
de
una foca y su mamá tutuá, tutuá,
y
de un oso barrigudo tutuá, tutuá,
barrigudo
y glotón ponpón ponpón.
Daniel
se estaba vistiendo. Tarareaba la canción que habían escenificado
en
clase el día anterior. Le hacía gracia. Se reía solo, tutuá, tutuá. En la clase el
profe había actuado como un verdadero director.
Todos y cada uno tuvieron que hacer el papel de la linda foca negra. ¡Qué risa
cuando el propio profe
se pintó unos bigotitos y meneaba el trasero, al mismo tiempo que los brazos,
de derecha a izquierda, tutuá, tutuá!
clase el día anterior. Le hacía gracia. Se reía solo, tutuá, tutuá. En la clase el
profe había actuado como un verdadero director.
Todos y cada uno tuvieron que hacer el papel de la linda foca negra. ¡Qué risa
cuando el propio profe
se pintó unos bigotitos y meneaba el trasero, al mismo tiempo que los brazos,
de derecha a izquierda, tutuá, tutuá!
Daniel
se calzó los botines sin detenerse a anudar los cordones. La canción
seguía sonando en su mente y le obligaba a acompasar tutuá, tutuá, todos sus
movimientos. Se enderezó. Cantó de nuevo, mirándose en el espejo del
armario, y recordando la figura entrañable de su rechoncho profesor:
seguía sonando en su mente y le obligaba a acompasar tutuá, tutuá, todos sus
movimientos. Se enderezó. Cantó de nuevo, mirándose en el espejo del
armario, y recordando la figura entrañable de su rechoncho profesor:
Una linda foca negra tutuá, tutuá,
Abrió la ventana para ventilar el cuarto. Amanecía un día espléndido - tutuá,
tutuá-, y salió disparado al pasillo. Sintió como cosquillas en el corazón y alas
en los pies. En el cuarto de aseo sólo permitió que el agua fría saludase
tímidamente sus ojos, cuando oyó la voz de su padre:
-Daniel, usa el agua caliente y lávate bien, anda.
¿Qué
hacía su padre en casa? ¿No tenía trabajo? El olor del pan tostado
y el
café caliente, olor de desayuno familiar, le hizo soltar un gozoso suspiro y la
canción reapareció en su mente, mientras el agua en sus dedos tibia como a él
le gustaba, recorría minuciosa -tutuá, tutuá-, las orejas y la mandíbula.
café caliente, olor de desayuno familiar, le hizo soltar un gozoso suspiro y la
canción reapareció en su mente, mientras el agua en sus dedos tibia como a él
le gustaba, recorría minuciosa -tutuá, tutuá-, las orejas y la mandíbula.
Desde
el mismo cuarto de aseo, preguntó alzando la voz:
-
Papá, ¿no vas a trabajar?
La voz de su padre llegó poderosa y rápida.
-
Pero Daniel, hijo... Hoy es sábado. Ni tú ni yo tenemos clase.
El
padre de Daniel era biólogo y daba clases en la Escuela de
Enfermería de la
ciudad. La madre de Daniel, en cambio, tenía que acudir a la oficina también
los sábados, aunque solamente por la mañana.
ciudad. La madre de Daniel, en cambio, tenía que acudir a la oficina también
los sábados, aunque solamente por la mañana.
Cuando Daniel se sentó a desayunar al lado de su padre, en la mesa de la
cocina, el tostador ya estaba soltando el pan calentito, listo para recibir
generosas dosis de margarina y mermelada.
Empezó a untar el pan moviendo la mano al compás -tutuá, tutuá- de la
pegadiza canción.
-¿Qué
haces Daniel? ¿A qué se debe esta alegría mañanera?
Daniel,
antes de responder, hizo bajar su primer bocado al esófago. Ya con
la
boca libre, pudo responder, meneando nuevamente el cuerpo:
boca libre, pudo responder, meneando nuevamente el cuerpo:
-
Oh, nada especial. Una canción que cantamos ayer en clase. No se me
va de
la cabeza.
la cabeza.
Preocupación
entre los productores de mejillón.
UNA
FAMILIA DE FOCAS EN LA CALA DE LORBÉ.
(Sada.
De nuestra delegación). Una familia de focas negras está sembrando
la preocupación entre los propietarios de las bateas de mejillón en
la cala de Lorbé. Los simpáticos mamíferos marinos parecen estar a
gusto en nuestra costa. Así como la presencia de delfines en
invierno, en las aguas de As Mariñas, es relativamente frecuente,
casi cíclica, no ocurre lo mismo con las focas negras, juguetonas e
inquietas, objeto de las curiosidad de muchos y de la preocupación
de bastantes. Según los biólogos del Instituto Oceanográfico de La
Coruña, las focas pueden haber emigrado en busca de aguas más
limpias a causa de los últimos y múltiples vertidos de petróleo en
el mar del Norte.
-
¡Genial papá!
Daniel
le devolvió el periódico a su padre y prosiguió:
-
Es la canción, ¿no ves? ¡La foca negra y su madre han venido a
visitarnos! ¡Uauuu! Capturada
a traición,
tutuá, tutuá.
Daniel
rompió a cantar, pero su padre le atajó:
-
¡Eh, calma, calma…! Primero, el desayuno. Luego, el chándal y el
paseo en bici. Así podrás ver a tu foca negra.
A
Daniel aquella mañana de sábado, le sobró tiempo para casi todo.
Su desayuno, que siempre tomaba bien, casi desapareció mágicamente,
tal fue la velocidad de sus tragaderas. Ponerse el chándal y estar
pedaleando en la bici y escuchar a su padre chillando detrás,
incapaz de seguir aquella explosión de ritmo y alegría, fue también
cosa de un segundo:
-
¡Daniel, cuidado, hijo!
La
bici de Daniel iba entonando canciones – tutuá, tutuá- mientras
bajaba las curvas hacia la cala de Lorbé. El pequeño muelle estaba
atiborrado de curiosos. Daniel avistó entre ellos a su profesor y a
dos compañeros de clase. Se saludaron como los jugadores de
baloncesto, batiendo las palmas de sus manos en alto, y, como movidos
por el mismo resorte, sin previo acuerdo, formaron un corro cantor
que levantó las risas de los presentes y el vuelo, un poco aturdido,
de media docena de gaviotas:
Una
linda foca negra tutuá, tutuá,
capturada
a traición tutuá, tutuá,
la
trajeron desde el polo tutuá, tutuá
hasta
España en un avión ponpón ponpón.
Su mamá que la quería tutuá, tutuá,
Su mamá que la quería tutuá, tutuá,
Hasta
España cruzó el mar tutuá, tutuá,
y
se encontró un oso muy gordo tutuá, tutuá,
barrigudo
y glotón ponpón ponpón.
Y
aquí se acaba la historia tutuá, tutuá,
de
una foca y su mamá tutuá, tutuá,
y
de un oso barrigudo tutuá, tutuá,
barrigudo
y glotón ponpón ponpón.
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